The Morality of Western Mainstream Science Isn't Universal
Part of Moral Motives & STEM-informed Action
As an Indigenous scholar whose work is primarily focused on environmental studies, grappling with the legacy of Western Mainstream Science was salient for me. Western Mainstream Science falsely presents itself as universal—but it emanates from a very specific culture that has historically disregarded diversity and human rights. To enable wider acceptance of science-based information in some social groups, there are serious bridges of trust that need to be built.
There is no one-stop easy solution. The history of scientific and medical racism is still very present in some peoples’ minds, particularly in African American and Native American communities. In addition to the horrific and unethical history of medical experimentation and genetic piracy—of which there is a growing awareness—there have been attempts to subtly (and not so subtly) characterize those communities as dysfunctional. Some academics have bolstered their careers from using extractive research paradigms. Coupled with a general decrease in confidence in institutions, and a social media environment that often fosters disinformation, many people are not easily convinced of the inherent or de facto morality and righteousness of science.
People who aren’t adamantly opposed to the concept of science, yet exhibit skepticism, could potentially be swayed to perceive scientists as reliable and trusted sources of information. However, that likely needs to be done in a contextually specific way that utilizes relatable role models and works to close the gap between academia and everyday life. Science needs to be seen for its relevance and the valuable role it plays in everyone’s lives. The role of influencers—whether celebrities, community or religious figures, or influential family members—in enabling that perception is likely to be significant. As more people from marginalized communities enter STEM fields, there will likely be a positive effect in the perception of science in the communities from which they come.
However, this kind of change is slow and arguably insufficient given the high stakes of the decisions that people are currently making. Climate change and public health are the two areas where good decisions based on scientific data are needed. They are also areas where uncertainty about the implications of that data is exploited by people with specific political agendas and financial interests. For example, the fossil fuel industry and its political supporters have invested significant resources and rhetoric in casting doubt about anthropogenic climate change. These two issues are also areas where prescriptions for addressing the problem are not necessarily cut-and-dried. For climate change, do we engage in fossil fuel reduction or geoengineering? For public health in the age of COVID-19, do we emphasize vaccines and masking, or do we address the dietary health and social conditions that leave people susceptible to disease and disease transmission?
These don’t have to be either/or matters, but the fact remains that so-called “experts” will not always agree. Disagreement among experts can lead to continued doubt, which can be exploited by people with political and financial motivations to maintain the status quo or advance self-serving agendas. It is absolutely imperative that we continue to think deeply in this area and act accordingly based on the best information possible. We are faced with the very viability of our species to live on this planet due to increasingly catastrophic climatic effects, and the potential for greater numbers of diseases due to environmental conditions. Therefore, I appreciated the focus of this proceeding to do just that.
After being exposed to some research by other conference participants outside of my field, another major insight for me was that much of the detail about what is and isn’t moral seems to boil down to self-control, empathy, and altruism versus self-centeredness. This eternal question of our human nature, of ego and narcissistic behaviors versus our “higher” or ideal selves, seems to be one that psychology, ethics, and religions will continue to grapple with for a long time. Fortunately, it does seem that through research we are gaining some important insights about the nuances of how we “tick.” If important knowledge can be effectively communicated and disseminated broadly, I am optimistic that we will evolve past more self-destructive behaviors and reach our greater potential.
La moralidad de la ciencia occidental dominante no es universal
Jason Corwin
Como investigador indígena cuyo trabajo se centra principalmente en los estudios medioambientales, luchar contra el legado de la ciencia occidental dominante fue muy importante para mí. La ciencia occidental dominante se presenta falsamente como universal, pero emana de una cultura muy específica que históricamente ha despreciado la diversidad y los derechos humanos. Para permitir una mayor aceptación de la información basada en la ciencia en algunos grupos sociales, es necesario tender puentes de confianza.
No existe una solución única y sencilla. La historia del racismo científico y médico sigue estando muy presente en la mente de algunas personas, sobre todo en las comunidades afroamericanas e indígenas. Además de la horrible y poco ética historia de la experimentación médica y la piratería genética —de las que cada vez hay más conciencia—, se ha intentado caracterizar sutilmente (y no tan sutilmente) a esas comunidades como disfuncionales. Algunos grupos académicos han impulsado sus carreras gracias al uso de paradigmas de investigación extractivos. Junto con una disminución general de la confianza en las instituciones y un entorno de medios sociales que a menudo fomenta la desinformación, muchas personas no se convencen fácilmente de la moralidad y la rectitud inherentes o de facto de la ciencia.
Las personas que no se oponen rotundamente al concepto de ciencia, pero que muestran escepticismo, podrían ser influidas para percibir a la ciencia como una fuente de información fiable y de confianza. Sin embargo, es probable que esto tenga que hacerse de una manera específica de acuerdo con el contexto, utilizando modelos de roles reconocibles y trabajando para cerrar la brecha entre la academia y la vida cotidiana. La ciencia debe ser vista por su relevancia y el valioso papel que desempeña en la vida de todes. Es probable que el papel de las personas con capacidad de influir —ya sean celebridades, figuras comunitarias o religiosas o miembros influyentes de la familia— para que esa percepción tenga lugar sea importante. Si se incorporan más personas de comunidades marginadas a los campos de STEM, es probable que se produzca un efecto positivo en la percepción de la ciencia en las comunidades de las que proceden.
Sin embargo, este tipo de cambio es lento y podría decirse que insuficiente, dado lo mucho que está en juego en las decisiones que la gente toma actualmente. El cambio climático y la salud pública son los dos ámbitos en los que se necesitan buenas decisiones basadas en datos científicos. También son áreas en las que la incertidumbre sobre las implicaciones de esos datos es aprovechada por personas con agendas políticas e intereses financieros específicos. Por ejemplo, la industria de los combustibles fósiles y sus defensores dentro de la política han invertido importantes recursos y retórica en poner en duda el cambio climático antropogénico. Estas dos cuestiones son también áreas en las que las prescripciones para abordar el problema no son necesariamente claras. Para el cambio climático, ¿nos dedicamos a la reducción de los combustibles fósiles o a la geoingeniería? Para la salud pública en la era del COVID-19, ¿hacemos hincapié en las vacunas y el uso de mascarillas o abordamos las condiciones sociales y de salud alimentaria que dejan a las personas propensas contraer y transmitir enfermedades?
No tienen por qué ser cuestiones opuestas, pero el hecho es que el grupo llamado "de especialistas" no siempre estará de acuerdo. El desacuerdo entre especialistas puede llevar a una duda continua, que puede ser explotada por personas con motivaciones políticas y financieras para mantener el statu quo o promover agendas interesadas. Es absolutamente imprescindible que sigamos reflexionando en profundidad sobre este ámbito y actuemos en consecuencia basándonos en la mejor información posible. Nos enfrentamos a la propia viabilidad de nuestra especie para vivir en este planeta, debido a los efectos climáticos cada vez más catastróficos, y a la posibilidad de un mayor número de enfermedades debido a las condiciones ambientales. Por lo tanto, aprecié el enfoque de este procedimiento para hacer precisamente eso.
Después de conocer algunas investigaciones realizadas por participantes en la conferencia que no pertenecen a mi campo, otra idea importante para mí fue que gran parte de los detalles sobre lo que es y no es moral parecen reducirse al autocontrol, la empatía y el altruismo frente al egocentrismo. Esta eterna cuestión de nuestra naturaleza humana, de los comportamientos egoístas y narcisistas frente a nuestro yo "superior" o ideal parece ser una cuestión con la que la psicología, la ética y las religiones seguirán lidiando durante mucho tiempo. Afortunadamente, parece que a través de la investigación estamos obteniendo algunos conocimientos importantes sobre los matices de cómo "funcionamos". Si los conocimientos importantes pueden ser comunicados con eficacia y difundidos ampliamente, soy optimista de que evolucionaremos más allá de los comportamientos autodestructivos y alcanzaremos nuestro mayor potencial.
Funding Statement
This material is based upon work supported by the National Science Foundation under Grant No. 2139278. Any opinions, findings, and conclusions or recommendations expressed in this material are those of the author(s) and do not necessarily reflect the views of the National Science Foundation.
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